Estábamos sentadas en una mesa frente a Taco Bell de Diamond Mall, comiendo tacos y casi llorando las dos por algo que no podría explicarles a ustedes. Cuando de repente escuchamos Beat It de Michael Jackson y volteamos instintivamente a ver quien llevaba la música con tan alto nivel de volumen. Y allí estaba; pantalones negros, t-shirt negro a lo cual le había puesto una camisa blanca, tenis y su mochila a los hombros; bailando, cantando y sonriendo.
Bueno, después de una noche de decepción y luego llega este muchacho que llama tanto la atención y que lucía tan alegre queríamos hablarle. Ya saben, para ver si nos alegraba un poco por lo menos, y como conocer personas nunca está de más. Pero no sabíamos como acercarnos a él y a su amigo, porque este iba acompañado. Nos la pasamos el resto del tiempo discutiendo quien debía hablarle, pero ninguna se animaba. Sabíamos que estaban hablando de nosotras, aunque estuvieran hablando en ingles, y era obvio, pero tampoco ninguno de ellos se animaba.
Pues sí, les estaba hablando. Me mantuve a la distancia justo donde me había parado. Veo que están hablando, sacan celulares e intercambian número.
Rocio había terminado de hablarles y se dirigió a mí. Les hicimos señas de despedidas y nos encaminamos a bajar a la primera planta y esta vez sí dirigirnos a la puerta de salida de la plaza.
En cuanto habíamos bajado las escaleras eléctricas escuchamos como gritan.
-Me llamo Rocio.
-¿Rocio?
-Sí, Ro-ci-o.
-¡Ah! Rocio. ¿Es 14-49?
-No, es 15-49.
-Ok! 15-49, 15-49, 15-49 –Y desapareció corriendo.
Y oficialmente estaba iniciando una nueva amistad.
Hola Rocío:
ReplyDeleteNo había visto hasta hoy tu escrito de cómo conociste a Leo, mi hijo. Te agradezco mucho el que le hayas dedicado estas bonitas líneas, recordándolo alegre y muy buen amigo. Gracias de nuevo y que Dios te bendiga.
Jacinto Gimbernard Pratt